Fiódor Dostoyevski es uno de los grandes maestros de la literatura universal. Sus novelas, como Crimen y castigo, Los hermanos Karamazov o El idiota, son obras maestras que exploran las profundidades de la psicología humana, la moral, la religión y la política.
Dostoyevski no solo fue un genio de las letras, sino también un apasionado del juego de la ruleta, una actividad que lo obsesionó y lo arruinó durante gran parte de su vida. Descubrió el juego en los balnearios europeos, donde acudía para tratar su epilepsia y escapar de sus problemas personales y financieros.
El escritor ruso se dejaba llevar por la emoción y la adrenalina de apostar, y llegaba a perder grandes sumas de dinero en pocas horas.
Su adicción al juego lo llevó a endeudarse con varios editores, a quienes les prometía nuevas obras a cambio de adelantos. También afectó su relación con su familia y sus amigos, que intentaban ayudarlo a superar su vicio.
Dostoyevski plasmó su experiencia con el juego en su novela “El jugador”, que escribió en solo 26 días bajo la presión de un contrato que le obligaba a entregar una nueva obra. En la novela, el protagonista, Alexei, es un joven tutor que se enamora de Polina, la hijastra de un general ruso. Alexei acompaña al general y a Polina a un balneario alemán, donde se dedica a jugar a la ruleta, esperando impresionar a Polina y ganar su amor.
La novela es una de las obras más autobiográficas y psicológicas de Dostoyevski, que muestra su fascinación y sufrimiento por el juego, así como su visión crítica de la sociedad europea de su época. El escritor se inspiró en su propia relación con Polina Súslova, una joven estudiante de la que se enamoró y con la que mantuvo una relación tormentosa.
El jugador es una obra que nos revela la complejidad y la contradicción de Dostoyevski, un escritor que jugaba con la ruleta y la vida, y que nos dejó un legado literario incomparable.